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Cuando mi ánimo desfallece,
tú sabes por dónde camino;
en la senda que recorro,
una trampa me han tendido.
Mira a la derecha, observa:
no hay nadie que me conozca;
me he quedado sin refugio,
no hay quien cuide de mí.
Señor, a ti te invoco y digo:
“Mi refugio eres tú,
mi porción en la tierra de los vivos”.

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